El estilo de vida de Portugal es tranquilo exceptuando el tránsito. La calidez de su hospitalidad es norma. La cortesía a la antigua es esencial. La ropa informal es aceptada, pero usar trajes de baño en los pueblos o ropa ligera en las iglesias está mal visto. La mayoría de portugueses habla español; sin embargo, hacer un esfuerzo para hablar algo de portugués es la mejor forma de ser aceptado. En los restaurantes es común que se fume al final de las comidas, salvo que esté expresamente prohibido. En los autobuses, cines o teatros no está permitido fumar. No hay muchos temas políticos o sociales muy serios a evitar. Quizá lo más polémico sería la controversia sobre la raíz del idioma gallego. El tema de Olivenza —pueblo ocupado por España en 1801— puede causar discusiones, pero en la actualidad es un hecho casi anecdótico. Si bien en Portugal se practica la tauromaquia, en esta no se mata al toro. Esto viene desde 1890, cuando la reina María II lo consideró una actividad inmoral. A pesar de ello, las corridas de toros aún causan polémica entre los portugueses. Es mejor evitar el tema. La noche del 12 al 13 de junio es la más importante para los portugueses pues Lisboa celebra las Fiestas de San Antonio, muy querido en el país pese a no ser el patrón y al que se le atribuyen dotes casamenteras como en España. En todos los barrios hay desfiles populares y las calles se decoran y acogen las verbenas. Es importante tener en cuenta el ‘manjerico’ (ramo o mata de albahaca) que se debe regalar a quien te haya gustado o caído bien. Del 23 al 24 de junio se celebra la Fiesta de San Juan en Oporto. La ciudad se llena de las ‘cascatas’ (altares que representan una gruta con la imagen del santo en el centro donde el agua juega un papel fundamental). En la noche la fiesta se intensifica ya que San Juan permite todos los excesos que el cuerpo aguante. Lo tradicional es llevar un puerro en la mano y atizar en la cabeza a quien tú desees.
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